Los probióticos son conocidos como microorganismos vivos que son beneficiosos para la salud humana, si se ingieren en cantidades adecuadas; los prebióticos, por su parte, son un ingrediente fermentado selectivamente que genera cambios específicos en la actividad de la microbiota gastrointestinal, generando beneficios a la salud.
Durante la infancia, la microbiota gastrointestinal es esencial para la existencia, ya que en las primeras etapas, esta función generará a futuro consecuencias muy importantes para la salud.
La evidencia científica de los últimos años, ha llevado a usar estos dos componentes en el ámbito pediátrico con la finalidad de tratar enfermedades gastrointestinales, pero también alergias y algunas infecciones; la finalidad de futuras investigaciones será aplicarlos en tratamientos para obesidad y alteraciones del comportamiento.
¿Es seguro utilizar los probióticos en toda la población?
Por lo general, el uso de probióticos es seguro en la población general, sin embargo, teóricamente estos pueden generar algunos efectos adversos como:
➔ Inefectividad o patogenicidad.
➔ Producción de metabolitos no deseables.
➔ Posibilidad de transmisión de genes con resistencia antibiótica.
➔ Inmunoestimulación/inmunodepresión excesiva en individuos sensibilizados.
➔ Efectos negativos a los excipientes.
De igual manera, su uso en pacientes críticos, prematuros o inmunocomprometidos debe evaluarse debido a los efectos adversos mencionados anteriormente, además de la posibilidad de desarrollo de infecciones sistémicas.
¿Qué aplicaciones tiene en gastroenterología pediátrica?
Es importante tener presentes las actualizaciones en materia de cepas, dosis, tiempo de tratamiento, indicaciones y otros factores; según las guías de práctica clínica de la Organización Mundial de Gastroenterología (WGO) con nivel de evidencia científica 1 y 2, las siguientes son las indicaciones más relevantes para el uso de probióticos y prebióticos:
➔ Diarrea aguda infecciosa: presentan la mayor evidencia en relación con la eficacia de los probióticos, especialmente en las generadas por rotavirus; su efectividad es
mayor cuando se administra de manera temprana durante el curso de la enfermedad y no se han reportado efectos adversos tras su administración. El fin de su uso será disminuir el tiempo de la enfermedad y el número de deposiciones.
➔ Diarrea por antibióticos: son aquellas que se presentan durante el tratamiento, desde sus inicios o hasta 3 u 8 semanas después de su ingesta, sin otra causa
aparente; en la población pediátrica este evento está muy relacionado tras el uso de amoxicilina-clavulánico. Algunos estudios han demostrado que la combinación de antibióticos con probióticos reduce el riesgo de presentar este tipo de diarrea, de realizarse, se prefiere que la administración de los mismos sé dé a inicios del tratamiento.
➔ Cólico del lactante: en este tipo de eventos, los probióticos actúan alterando la microbiota generando una mejoría a nivel de la motilidad intestinal, se presenta una inhibición de la contractilidad intestinal y disminuye la inflamación del intestino, además inhibe el crecimiento de bacterias coliformes que son las que producen los gases, de esta manera el nivel de dolor se reduce y va de la mano con la disminución del malestar y llanto.
➔ Infección por Helicobacter pylori: el uso de probióticos en estos casos ha resultado benéfico, ya que ha reducido la aparición de efectos adversos tras el tratamiento con antibióticos para la erradicación del Helicobacter, siendo especialmente útil en pacientes con infección refractaria o antecedentes de mala tolerancia gastrointestinal antibiótica.
➔ Enfermedad inflamatoria intestinal: para la colitis ulcerosa, los probióticos se indican como prevención y mantenimiento de la remisión en pacientes con pouchitis, ya que tiene evidencia que lo respalda; también podría usarse en pacientes con alergia o intolerancia a los salicilatos. En cuanto a la enfermedad de Crohn, aún no se recomienda el uso de probióticos, ya que no se tiene evidencia.
➔ Enterocolitis necrotizante: se recomienda el uso de probióticos de inicio temprano en prematuros < 34 semanas y 1.500 gramos, ya que se ha evidenciado una disminución en la incidencia de enterocolitis necrotizante hasta en un 30%, normalmente se aconseja la suplementación cuando el neonato inicie la nutrición enteral y extenderla hasta que alcance la edad gestacional corregida de 36-37 semanas o en su defecto, alcance el alta. En neonatos pre término con extremo bajo peso <1.000 g, no se recomienda su uso, ya que no existe evidencia que lo avale.
➔ Suplementación en fórmulas lácteas infantiles: tanto el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN), han manifestado que pueden presentarse algunos beneficios, sin embargo, no se tiene evidencia que avale los efectos clínicos al recomendarse rutinariamente.
➔ Patología hepática: en este campo, los probióticos y prebióticos tienen la capacidad de modular la microbiota, la permeabilidad intestinal y la respuesta inmune, por tanto, la evidencia avala su uso como tratamiento en diferentes hepatopatías, como el caso de la encefalopatía hepática y la prevención de complicaciones en la cirrosis. Para su uso en la esteatohepatitis no alcohólica y la hepatopatía alcohólica, aún las evidencias clínicas son muy limitadas.
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Referencias:
➔ Espín Jaime B. Evidencias sobre probióticos en Pediatría. En: AEPap (ed.). Congreso de Actualización en Pediatría 2023. Madrid: Lúa Ediciones 3.0; 2023. p. 33-44.
➔ Modulación de la microbiota intestinal. Uso de probióticos y prebióticos en pediatría. (s. f.). Sociedad Española de Gastroenterología Hepatología y Nutrición Pediátrica.
https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/39_microbiota.pdf
➔ Directrices mundiales de la Organización Mundial de Gastroenterología Probióticos y prebióticos. (s. f.). Worldgastroenterology.
https://www.worldgastroenterology.org/UserFiles/file/guidelines/probiotics-and-prebiotics-spanish-2023.pdf
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